Mar Ordonez
Mar Ordonez (Palma, 13 de febrero de 1986) es una artista afincada en Barcelona que trabaja la fotografía analógica y el videoarte experimental. Conocida principalmente por sus retratos de mujeres hechos desde una óptica singular, en sus creaciones aborda temas como la identidad, el doble y el cuerpo como una manera de expresión y lenguaje. Mar Ordonez entronca con la tradición surrealista tanto en la exploración del inconsciente como en la búsqueda incesante de la belleza. Sus breves películas invitan al espectador a convertirse en un voyeur de historias íntimas, a veces incómodas, que oscilan entre el exhibicionismo irónico, el teatro del absurdo y los sueños que se vuelven pesadillas.
http://www.marordonez.com/
Es preciso tener en cuenta el espesor del sueño. En general, tan solo recuerdo lo que hasta mí llega desde las más superficiales capas del sueño. Lo que más me gusta considerar de los sueños es aquello que queda vagamente presente al despertar, aquello que no es el resultado del empleo que haya dado a la jornada precedente, es decir, los sombríos follajes, las ramificaciones sin sentido. Igualmente, en la «realidad» prefiero abandonarme.
André Breton, Primer manifiesto surrealista
Decía Marcel Duchamp que “las palabras no tienen absolutamente ninguna posibilidad de expresar nada, porque en cuanto empezamos a verter nuestros pensamientos en palabras y frases todo se va al traste”. Y no era el único que opinaba de este modo. Samuel Beckett se reafirmaba en un posicionamiento similar: “cada palabra es como una mancha innecesaria en el silencio y en la nada”. Pero era consciente de la imposibilidad de desprendernos de ellas: “las palabras son todo lo que tenemos”. El reto constante que supone la comunicación con palabras pone a prueba los límites del lenguaje, evidenciando sus puntos débiles pero mostrando también sus numerosas virtudes. Del mismo modo, el uso de la imagen, ya sea estática o en movimiento, plantea dilemas similares. En una época caracterizada por la sobreproducción de información, ya sea con llamativas imágenes o con tuits o posts en las diversas redes sociales, la confianza ciega en la supuesta objetividad de dicha información puede provocar más de un equívoco. A la larga puede comportar cierta desilusión e incluso generar una perpetua sensación de desamparo. La solución, si es que existe, tal vez pase por recurrir a las páginas de ese manifiesto surrealista que escribió Bretón en el año 1924, y reivindicar la importancia de los sueños como estructuradores de una realidad cada vez más esquiva y fugaz.
La obra de Mar Ordonez toma el relevo a la propuesta que realizaron los surrealistas casi cien años atrás y se sirve de algunos de sus preceptos para interpretar de manera sugestiva y libre un mundo en constante cambio y evolución. Ordonez es consciente de que la obra no la realiza tan solo el autor, sino que el papel del espectador es fundamental. Es el observador quien la concluye (si es que es posible “concluir” una obra) y le otorga uno o varios significados. Algunas de sus obras, de tan solo 15 segundos de duración, se muestran como una suerte de haikus occidentales (muchos de ellos en blanco y negro) que se sirven de la imagen cinematográfica (a menudo super-8 o 16 mm) para transmitir una escena breve, una sensación efímera susceptible de ser interpretada de numerosas maneras por un espectador inquieto. El (auto)retrato, la representación, la identidad, el género, la belleza o la búsqueda del inconsciente son algunos de los elementos que con frecuencia aparecen en su obra. Y lo hacen con una sutil ironía, no exenta de una cierta melancolía, que nos transporta a los años setenta, ochenta e incluso noventa, cuando Internet todavía no había transformado nuestras vidas. Ordóñez utiliza técnicas propias de la era analógica en un contexto predominantemente digital, veloz y binario; explora los límites del cuerpo como elemento para la reflexión, consciente de que, en definitiva, el espectador contemporáneo se transforma con cada minuto que pasa.
Marla Jacarilla (artista visual y escritora)